Vivimos en un mundo lleno de distracciones y apuros; quilombos por acá, tareas por allá, reuniones y deadlines, familia y sociabilidad, desarrollo profesional y el cerebro explotando. Todo el tiempo.
Te lo han dicho, lo has leído, lo viste en videos de YouTube y hasta te lo transmitió tu mentor del momento. Pero ¿Qué quiere decir “Afilar el Hacha”?
Stephen Covey lo trae como un hábito de la gente altamente efectiva, con un enfoque relacionado al crecimiento en materia de capacitación o aprendizajes, para mejorar habilidades. Pero creo que se quedó corto con la explicación brindada.
Mirá, te explico:
Vamos a hacer un ejercicio, te quiero llevar a una situación hipotética, que de seguro no te pasó nunca, pero está basado en hechos reales.
Le sucedió al amigo de un amigo.
Imaginate trabajando, con una fecha límite muy cercana para terminar el proyecto en el que estás actualmente. Puede ser una planificación, un reporte, un trabajo para la facultad o incluso algo que te comprometiste a hacer para tu mamá.
Ahora imaginate abarrotadx, desarmadx de tanto esfuerzo durante un día saturado de actividad enfocada. El día ya terminó, el de todos los demás, menos el tuyo. Te sentís cansadx y no sabés decidir entre irte a dormir ya o seguir agotando neuronas.
Pensá en la energía y la voluntad de acción que tenés a esta altura. Medí en que nivel de energía estás y proyectate trabajando en ese nivel durante un lapso más de tiempo. ¿Cuánto tiempo más aguantarías? ¿Cuánto resultado tendrías o cuánto podrías avanzar antes de estar realmente abatido, en #ModoZombie?
Tal vez ir a dormir un rato no sea la solución definitiva, porque quizás tenés la creencia (o sabiduría) que si tocas la almohada no vas a cumplir con el plazo de entrega, porque 2 horas de sueño representan pasarse de largo.
Tal vez esto tenga que ver con tus biorritmos, el ciclo circadiano y cuestiones por el estilo. Pero al no ser científico del palo, no me gustaría arriesgarme a meterme en ese tema — Si crees tener algún trastorno del sueño, no es eso de lo que quiero hablar, por favor buscá a tu profesional de preferencia — .
Pero, si quedarse en vela o irse a dormir una fracción de tiempo no son la solución. ¿Cuál es?
Bueno, de más está decir que establecer micro metas y prioridades antes de llegar a la urgencia es lo ideal. Aunque a veces la urgencia nace como tal, sin tener un espacio de holgura. Entonces…
Volviendo al prólogo, en el palo de los negocios y el desarrollo empresarial le llaman afilar el hacha, por una metáfora que trae Stephen Covey en su libro “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva” (aunque la analogía viene de mucho antes).
Esto puede ser tomado como lo que les comentaba antes, como un desarrollo personal, crecimiento en materia de capacitación o un aprendizaje, incluso como una planificación (pero ya quitamos ese espacio para una urgencia no programada). Y acá le agrego algo más, porque creo que Covey lo sabía pero no lo dejó explicito.
Afilar el Hacha también puede tomarse como un receso para volver con más energía. Incluso en los juegos de diferentes deportes hay un tiempo libre que permite “recuperar el aire”. Estos sprints (o cuadros de actividad fijos), con breves recesos intermedios, suelen tener resultados enormes en diferentes ámbitos de aplicación. Aunque, a tener en cuenta, se debe descansar el músculo que se trabajó durante el sprint, en el periodo de receso.
Algún ejemplo de este tipo de actividades sincronizadas es la suprarenombrada Técnica Pomodoro, aunque puede también asimilarse con las metodologías ágiles, hoy en boca de todos. Esto tiene que ver con que, como hemos hablado en otra oportunidad, separar las tareas en metas cortas es un gran método para cumplir objetivos — Hay una cuestión biológica también en esto, que abordaremos en otro momento — .
Aunque, baneando el tema de las actividades, y en términos más exagerados de descanso, todos conocemos alguna persona que declara cosas como “necesito una siesta para continuar el día”. Un ritual que se estilaba mucho hace no mucho. Y en esto también hay un sinfín de técnicas distintas — Estoy considerando escribir algo sobre sueños, ya — .
Resulta que, pensando en este artículo y queriendo desarticular la mente por un rato, decidí retirarme del escritorio para meditar unos instantes. Una osadía mi intento, estando a escasos metros de mi hija de 5 años (una constante amenaza al enfoque). Para mi sorpresa, no tuve interrupciones en ese lapso de tiempo cortito (15 minutos, aprox), pero si tuve un detenimiento de unos 5 minutos antes de lograr embarcarme conmigo mismo; mi hija notó que había soltado la computadora y me invitó a jugar.
Por la experiencia adquirida en estos últimos años, cada vez logro sortear mejor las negaciones ante la ternura compradora, sabiéndole dar su lugar cuando corresponde, para que pueda continuar en su juego solitario (que creo tiene tantos beneficios como el jugar en sociedad). Esto me permitió hablar un poco, que ella me pregunte cosas y terminar hablando sobre filosofía en términos de un Aristóteles de 110 centímetros de altura.
La charla devino en la meditación y los beneficios que yo le encontraba, y le propuse que me acompañara o que durmiese una siesta al sol (que en ese momento daba el único ápice de calor del día otoñal). Me dijo que no quería dormir, pero quería saber más — siempre quiere saber más — , entonces hablamos más.
Relacionamos la siesta con la meditación y le hice la ejemplificación de que yo, meditando 15 minutos, podía recuperar tantas energías como ella durmiendo 40 minutos. Y tal vez suene exagerado, porque la energía de un Gremlin endemoniado es difícil de equiparar bajo condiciones normales. Pero si lo llevamos a una competencia adulto vs adulto, la cuenta daría más o menos eso.
La cuenta a la que refiero da sentido a lo que venía conversándoles antes, afilar el hacha. Darle un respiro al músculo durante un pequeño lapso de tiempo, a fin de mejorar su rendimiento en el corto y largo plazo.
Distenderse, cortar la conexión con el lugar y momento donde estés, para ajustar el observador que estás siendo, tanto del mundo externo como del interno.
La invitación no es a que medites, eso me funciona a mi, a vos puede servirte ir a caminar, hacer jardinería, hacer ejercicio, pintar o acariciar a tu perro, no lo sé. Lo que sí sé es que tu accionar constante y desequilibrado puede no estar funcionándote como creés que lo hace. Y, en sintonía, a lo que si te invito es a que desconectes de lo que estás haciendo una vez al día, por un ratito, cuando te sientas cansadx, cuando no entiendas lo que estés haciendo o por qué lo estás haciendo.
Re-evaluate, sentí lo que estás sintiendo y escuchate en ese sentir. Cuerpo y mente funcionan como uno solo, y ambos saben comunicarse. La escucha se desarrolla, es una habilidad. Y, como toda habilidad a desarrollar, empezamos por lo más básico para ir aumentando la competencia. Por eso te invito a que lo hoy te escuches a vos mismx, que puedas apreciar cuando estás enfocadx y trabajando a pleno y también cuando estás dando vueltas en círculos. Ahí es donde quiero que te detengas, una vez, no cada vez que sientas incoherencia con tus actividades, solo una vez. Dando pasos, no importa que tan cortos o largos, llegaremos a la meta. Pero siempre se empieza con el primero, — Al menos, así me enseñó la fábula de la liebre y la tortuga — ya vas a tener tiempo de seguir dando más y cada vez más largos.
Cortá para desconectar de tu entorno, mirar para adentro, y conectar con esa parte de vos que te gusta. Entender lo que pasa adentro, y darle su lugar, es la mejor manera de entender lo que “percibís” en el afuera. Por eso es importante mimarse y no dejarse absorber por el exterior. El ocio o el amor propio son dominios fundamentales de la vida, a mi entender, y hay que darles su lugar para que todo gire — otro tema sobre el que no profundizaremos hoy, pero hay mucha tela para cortar — .
La relajación/distensión cumple esta función y está relacionada con la fuerza de voluntad, el enfoque y, en últimas, con los resultados obtenidos. Básicamente, de lo que trata esto, es de tomar impulso.
Tu frecuencia mental puede oscilar, pero vos podés elegir en que nivel oscila. Eso también se entrena, y entre más dominada tengas la habilidad, mejor desempeño tendrás. (Nota: mejor desempeño no significa necesariamente mayor cantidad, sino mayor calidad).
Si llegaste hasta acá, tu capacidad de enfoque tiene mucho potencial. Vos lo sabes mejor que yo. ¡Felicitaciones!
Entonces, en resumen:
En el momento que te des cuenta, que notes, estar agobiadx, proponete bajar la frecuencia o intensidad con la que venís operando. De este modo podés aumentar el enfoque, la pasión y la producción.
Sí, con 5 o 15 minutos al día de “distraerte”, podés ganar todo eso y más.
No me creas a mí, escuchate, elegí un actividad que “te haga bien”, ponelo en práctica y contame que te sucedió.
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